Monday, August 31, 2020

Qi Banshi


Qi Baishi (1864 - 1957) fue un pintor chino famoso por el colorido de sus acuarelas. Comenzó como carpintero a los 14 años para después aprender a pintar por su cuenta. Después de los 40 se dedicó a viajar por diferentes lugares de China. Sus pinturas cubrían variados temas, como animales, insectos, paisajes o personas.
La filosofía de Qi baishi respecto de su pintura era: "Al hablar, usa palabras que la gente pueda entender. Al pintar, muestra cosas que la gente pueda ver".


cicada-qi-banshi
Qi Baishi, Cigarra


Mientras el año se sumerge en el oeste, 
escucho una cigarra;
Para mí, prisionero, 
la tristeza de estar lejos del hogar 
se hace más grande.
¿Cómo puedo sufrir el escuchar tus alas 
cual negra cabellera
cantando a mis blancos cabellos?
La niebla es espesa, 
y es difícil cruzarla en vuelo;
el viento es fuerte, 
tu canto se apaga facilmente.
Nadie cree en tu eminente pureza.
¿Quién podrá expresar mis sentimientos?

(Lo-Ping-Wuang)




  
qi-banshi-ol-house-in-autumn
Qi Banshi, La vieja casa


 

.
.
.





Acabas de llegar de mi tierra natal,
y ciertamente sabes todo lo que allí ha ocurrido;
el día de tu partida, frente a la tallada ventana,
¿los fríos ciruelos habían abierto ya 

sus primeras flores?
(Wang Wei)

.
.
.

.






Qi Banshi, Un gorrión









Mi amada no conoce jaulas;
va y vuelve cuando se le ocurre.
No te cantaré cuando te hayas ido,
pequeño gorrión salvaje.
Te canto ahora que me amas.
(Shen Chin)



.
.





Qi Banshi, Muchacha


Fuera de la Puerta Este
las muchachas aparecen como nubes.
Aun cuando son hermosas
ninguna es todavía la que habita en mi pecho.
Sólo con la vestida de blanco 

chalina esmeralda
querría yo encontrarme.
Fuera de la Puerta Exterior
las muchachas parecen flores de sauce.
Aunque son tan lindas
ninguna es todavía la está en mi corazón.
Sólo la vestida de blanco y pañuelo escarlata
quiero yo ver.
(Zhang Jiuling)

Saturday, August 29, 2020

Ingres

La gran odalisca
Jean-Auguste-Dominique Ingres ( 29 de agosto de 1780 – 14 de enero de 1867) fue un pintor francés de estilo neoclásico. Ingres se consideraba a sí mismo un defensor de la ortodoxia académica frente al estilo romántico que se ponía de moda. 





Luisa de Broglie, condesa de Haussonville






Luisa Albertina de Broglie, condesa de Haussonville (25 de mayo de 1818 - 21 de abril de 1882), fue una ensayista y biógrafa francesa, nieta de la escritora Germaine de Staël, era una mujer liberal, independiente y de hablar franco y directo. Ingres pintó su retrato entre los años 1842 y 1845.




Rogelio libera a Angélica









La bella dama, sin embargo, ruega
que no trate a la bestia de dar muerte.
«Desátame, señor, hasta mí llega
--llorando dice--, antes que despierte:
Ahógame en el mar si es que te plega,
.--mas no dejes que acabe aquí mi suerte.»
De sus ruegos, Rogelio conmovido
la desató, y la alejó del lido.
(Ariosto, Orlando Furioso)




Antíoco y Estratónica (La enfermedad de Antíoco)
Viendo, pues, que cuando entraban los demás ninguna novedad tenía, y que cuando entraba Estratonica, que iba muchas veces, o sola o acompañada de Seleuco, se notaban en él [Antíoco] todas aquellas señales de Safo: apocamiento de la voz, encendimiento del color, caimiento de los ojos, repentinos sudores, alteración e intercadencia del pulso y, finalmente, que tenía desmayos, dudas, temores, y poco a poco se iba quedando pálido, conjeturó Erasístrato, por todos estos indicios, que el hijo del rey no estaba enamorado de otra sino de ésta [Estratónica] y que había hecho ánimo de callarlo hasta morir. 
(Plutarco, Vidas Paralelas)


El sueño de Ossian



En este lugar tranquilo, alejado de los hombres,
duerme Ossian, en Narrow Glen;
en este lugar tranquilo, donde murmura
nada más que un manso arroyo, solo uno:
(William Wordsworth)

Wednesday, August 26, 2020

Krakatoa

Map_krakatauKrakatoa, o Krakatau, es una isla volcánica situada en el Estrecho de Sonda entre las islas de Java y Sumatra. El nombre es usado también para denominar el grupo de islas que comprenden los remanentes de la erupción cataclísmica de 1883.
El 20 de mayo de 1883 una columna de vapor comenzó a surgir en el cono norte de la isla, para luego convertirse en una columna de cenizas de 6.000 metros de altitud.
Este sería el comienzo de una actividad creciente que culminaría el 27 de agosto, cuando en una erupción explosiva, desaparecieron dos tercios de la isla. La explosión se escuchó a 4.800 km de distancia. Se cree que la explosión, la nube piroclástica y los tsunamis causados mataron entre 50 mil y 100 mil personas.
La erupción del volcán Krakatoa ha servido de motivo e inspiración para un cierto número de novelas y películas.

hqdefault



Krakatoa, al Este de Java (1968) es una película dirigida por Joseph Kane, con la actuación de Maximilian Schell, Diane Baker, Brian Keith y Barbara Werle.

El capitán Hanson, del "Batavia Queen" organiza una expedición que tiene por objeto rescatar una carga de valiosas perlas desde un barco naufragado cerca de la isla de Krakatoa. La expedición coincide con la erupción del volcán y el barco debe enfrentarse al tsunami provocado por la explosión.




Rumbo a Java (1953) es una película dirigida por Joseph Kane, con la actuación de Fred MacMurray, Vera Ralston y Robert Douglas.
Un aventurero norteamericano busca un barco hundido en que hay 10.000 diamantes. No es el único en buscar el tesoro, y además el volcán Krakatoa está cerca de explotar en la terrible erupción de 1883.
Un aventurero norteamericano busca un barco hundido en que hay 10.000 diamantes. No es el único en buscar el tesoro, y además el volcán Krakatoa está cerca de explotar en la terrible erupción de 1883.


Litografía de 1888
Volamos hasta que estuvimos a una milla sobre Java cuando con impresionante rapidez, la isla de Krakatoa, en una serie de siete explosiones, voló por los aires tan lejos como pudimos ver. Nuestra plataforma volante se balanceó hacia adelante y hacia atrás en un ángulo de treinta o cuarenta grados. Los que estaban cerca de la balaustrada se aferraron a ella por sus vidas. Los pocos que estaban en el centro saltaron como panqueques en una sartén. Estábamos a unas veintisiete millas de de la isla cuando sucedió, lo que resultó ser una distancia suficientemente segura. Si hubiéramos estado más cerca la plataforma habría sido lanzada hacia el estrecho de Sonda. No podíamos ver lo que quedaba de Krakatoa porque estaba envuelta por una enorme, tremendamente alta y negra nube de piedra pómez, cenizas, lava y escombros con los que irían mezclados, así lo suponía, unos mil millones de dólares en diamantes. Tuvimos suerte en que la explosión fuera seguida por una fuerte corriente de aire, producida de la misma manera que se forman las ondas en la superficie de un lago cuando se arroja una piedra. Fuimos rápidamente lanzados lejos de la escena de la erupción.
(William Péne du Bois, Los veintiún globos)

Ilustración de 1883
En este punto de la conversación, Nigel fue sorprendido por lo que para él era una sensación completamente nueva, es  decir, un temblor que sacudió la caverna, acompañada de un ruido que parecía provenir de cavernas más profundas. Miró rapidamente a su anfitrión y al negro, pero para su sorpresa estos hombres no parecían dar importancia al temblor, aunque este había causado el movimiento de algunos muebles. Al darse cuenta de su sorpresa, Moisés comentó con una sonrisa displicente, 'a la montaña le dieron tiritones ahora'.
"Estamos acostumbrados a esto", dijo el anfitrión, viendo que Nigel esperaba de él una explicación. "No tengo dudas de que ustedes están concientes de que esta región es famosa por sus volcanes y terremotos, de manera que los habitantes no prestan demasiada atención a menos que ocurra algo inusitadamente violento. Esta isla de Krakatoa es en sí misma parte de un volcán extinto; aunque el término 'extinto' es muy aplicable a los volcanes, puesto que es sabido que muchos supuestamente extintos a lo largo de muchos siglos, han despertado súbita y violentamente. Un término más adecuado sería 'inactivo'.
(R.M. Ballantyne, Volar en pedazos o el hombre solitario de Rakata)


La erupción de agosto de 1883 no fue del todo inesperada, aunque pareció serlo. Krakatoa había tenido erupciones violentas desde mayo de 1680 a noviembre de 1681, pero luego durmió durante dos siglos. El volcán volvió a la vida el 20 de mayo de 1883 con una serie de erupciones moderadas. Los habitantes estaban concientes de ello pero no se mostrarn particularmente alarmados. Más aun, la isla se convirtió en breve en una atracción turística. Un vapor, llevando un grupo de excursionistas desde Batavia (actualmente Jakarta) "llegaron al volcán el domingo 27 de mayo en la mañana, después de lo cual observaron, durante la noche, una serie de explosiones de mediana intensidad acompañada por temblores". Esos visitantes pueden haber sido alocados, pero algunos fueron buenos observadores y más tarde pudieron dar datos de importancia, como el tamaño estimado del crater, la frecuencia de las explosiones y la altura de la columna de vapor. Uno de ellos tomó una fotografía del volcán durante una explosión; otro recogió una muestra de piedra pomez. Las erupciones continuaron durante junio y julio, pero, en las palabras del informe de la Royal Society de 1888, "en una región donde los terremotos y las erupciones volcánicas son tan frecuentes, esta erupción del Krakatoa durante los meses de verano de 1883 . . . pronto cesaron de ejercer una atracción en particular".
(Monique R. Morgan, La erupción del Krakatoa en 1883)

Monday, August 24, 2020

El Vesubio


El 24 de agosto del año 79 es la fecha que tradicionalmente se atribuye a la gran erupción del Vesubio que sepultó a las ciudades de Pompeya y Herculano, aunque se estima que las fechas más posibles sean el 17 o el 24 de octubre.
El único relato sobreviviente de un testigo ocular es el de Plinio el Joven, que vio lo sucedido desde la base de la flota romana en Miseno y lo contó en una carta a su amigo el historiador Tácito.

De ahí, la erupción del Vesubio ha servido de inspiración para numerosos escritores, cineastas y artistas que han explotado el tema de la destrucción de las ciudades de Pompeya y Herculano.




Una nube, desde qué montaña no estaba claro a esta distancia (pero luego se vió que provenía del Monte Vesubio), estaba ascendiendo, de su aspecto no puedo darles una descripción más exacta que comparándola con la de un pino, porque subía a gran altura como un tronco muy alto, que se extendía en una copa con ramaje; ocasionado, imagino, o por una ráfaga repentina de aire que lo impulsaba, cuya fuerza disminuía a medida que avanzaba hacia arriba, o la nube misma fue empujada hacia abajo nuevamente por su propio peso, expandiéndose de la manera que he mencionado; a veces aparecía brillante y a veces oscura y manchada, según estaba más o menos impregnada de tierra y cenizas.
(Plinio el Joven, Carta a Cornelio Tácito)



La nube, que se había dispersado de manera tan oscura durante el día, ahora se había convertido en una masa sólida e impenetrable. Se parecía menos a la más espesa penumbra de una noche al aire libre que a la oscuridad cerrada y ciega de alguna habitación cerrada. Pero en la misma proporción que la oscuridad aumentaba, los relámpagos alrededor del Vesubio aumentaban en su resplandor vívido y abrasador. Su horrible belleza tampoco se limitaba a los habituales tonos de fuego; ningún arco iris jamás rivalizó con sus variados y pródigos tintes. Ahora brillantemente azul como la profundidad más azul de un cielo del sur, ahora de un verde lívido y parecido a una serpiente, moviéndose inquieto de un lado a otro como los pliegues de una enorme serpiente, ahora de un carmesí espeluznante e intolerable, brotando a través de las columnas de humo, a lo largo y ancho, e iluminando toda la ciudad de arco en arco, y luego muriendo repentinamente en una palidez enfermiza, ¡como el fantasma de su propia vida!
(Edward Bulwer-Lytton, Los últimos días de Pompeya)




Para conseguir que sus observaciones resultaran lo más exactas posible, había ordenado que llevaran al puerto su reloj de agua y que lo instalaran en el puente de popa de la liburnia. Mientras se completaba la tarea y preparaban el barco, buscó referencias del Vesubio en su biblioteca. Nunca había prestado demasiada atención a la montaña. Era tan enorme, tan obvia, estaba tan presente que había preferido concentrarse en los aspectos más esotéricos de la naturaleza. El primer texto que consultó fue la Geografía de Estrabón, que lo dejó pasmado: «Toda la zona parece haberse incendiado en el pasado y haber contado con cráteres llameantes de negra roca». ¿Cómo no se había dado cuenta? Llamó a Cayo para que le echara un vistazo.
(Robert Harris, Pompeya)

Del cielo caían pedruscos negros, que rebotaban y se estrellaban estrepitosamente contra columnas y paredes. Para averiguar el origen de la iluminación, Afrodisio descendió por los escalones del templo, corrió hasta el centro del foro donde la gente se apiñaba profiriendo aterradores gritos. Se volvió y descubrió el origen de lo que sucedía: el Vesubio se hallaba en llamas, la cima de la montaña ardía como una gigantesca chimenea avivada infatigablemente por el fuelle del herrero. Surtidores de brasas y fuego salían disparados hacia arriba y la tierra temblaba.
(Philipp Vandenberg, El pompeyano)






No en vano, en la mañana del 24 de agosto del año 79, el Vesubio había sepultado Pompeya bajo un mar de lava. Dos mil, de los 20 000 habitantes de la ciudad, perecieron víctimas de las piedras, los gases deletéreos y las techumbres de las viviendas que se derrumbaron sobre sus cabezas. Hoy sabemos que los pompeyanos esperaron hasta última hora para huir, convencidos de que la lluvia de cenizas y piedras la formaban proyectiles ligeros de los que parecía fácil protegerse. Nadie pensó en el peligro que suponían los gases de azufre y los vapores clorhídricos que el viento arrastraba; nadie previó que la incesante lluvia de escoria acabaría enterrando la ciudad. Se comportaron como si no le tuvieran miedo al volcán.
(Emilio Calderón, El último crimen de Pompeya)

Sunday, August 23, 2020

Floristas

Alexei Harlomoff, Florista
Una florista es una persona que tiene por oficio la preparación y la venta de flores.








Nikolai Pimonenko, Florista




Era bella, muy bella. Revisó este juicio a fondo, dándose cuenta, al hacerlo, de que probablemente era el único hombre de la terraza del café capaz de un pensamiento así. Porque la belleza de la florista ciega era completamente distinta de la de todas las mujeres que había conocido.
(Frank Yerby, La risa del diablo)








William Powell Frith, Florista


Me habían repetido que las clases bajas no tienen moral: la inconducta de una lencera o de una florista me parecía tan natural que ni siquiera me escandalizaba; sentía simpatía por esas muchachas sin fortuna que los novelistas dotaban a menudo de las cualidades más conmovedoras.
(Simone de Beauvoir, Memorias de una joven formal)









Haynes King, Florista



La florista.—(Con voz temblorosa.) Pues mire usté: yo querría entrar de vendedora en una tienda elegante de flores. Me han dicho que mi tipo no les disgustaba, pero que mi manera de hablar no era bastante fina. Como el señor se dedica a enseñar a hablar, he venido a ver si nos entendíamos.
(George Bernard Shaw, Pigmalión)





Hans Satzka, Florista


Moll Pratt, arropada en su chal y con sus flores sobre la acera, le deseó todo lo mejor al buen muchacho (seguro que era el Príncipe de Gales) y hubiera lanzado al aire el precio de una jarra de cerveza -un ramo de rosas- en medio de St. James's Street, de tan alborozada que se sentía.
(Virginia Woolf, La Señora Dalloway)









Louis-Marie de Schryver, Florista


Al pie del coche, y entre los caballos y los postillones, una jovencita del pueblo ofrecía flores a los viajeros.
-Flores para vuestras damas, señores -gritaba.
Marius se acercó a la joven y le compró las flores más hermosas que llevaba en la cesta.
(Victor Hugo, Los miserables)










Victor Gabriel Gilbert, Florista


Lo recuerdo todo, hasta en sus menores detalles. Después, delante de la gente conocida que circulaba a esa hora, se fue conmigo; me llevó a la tienda de flores en la calle Ahumada, y me regaló un ramo de rosas blancas, tan lindas como no he vuelto a verlas nunca.
(Joaquín Edwards Bello, La chica del Crillón)

Saturday, August 22, 2020

Ray Bradbury

El 22 de agosto de 1920 nació Ray Bradbury, poeta y escritor estadounidense de fantasía y ciencia ficción. Aunque él se consideraba a sí mismo como un escritor del género fantástico, y sostenía que su única obra de ciencia ficción era Farenheit 451 y las demás eran de fantasía, se le considera como el escritor que logró que la ciencia ficción fuese tomada en serio.
En todo caso habría que dejar en claro que si alguien cree que para referirse a Ray Bradbury basta con nombrar a Fahrenheit 451 se equivoca, y si alguien cree que bastaría con agregar Crónicas Marcianas, se equivoca también porque Bradbury es mucho más que un par de libros, es un universo en sí mismo, lleno de humanidad, de poesía y fantasía.


Siempre llevo conmigo lo invisible,
las cosas que sé pero no conozco
y pretendo averiguar a tientas
en ese país de ciegos
que es la mente y cada pensamiento
y todo cambio climatológico interior.
Palpo el cambio de luz
los distintos tonos de los atardeceres camino de la noche;
de todos esos sueños en penumbra antes del alba
escribo poemas, les ofrezco un hogar,
del jardín jeroglífico donde los perros garabatean
escribiendo futuros sobre un trébol lleno de escarcha,
que se marchita o muere.



Sólo resta mencionar una predicción que mi Bombero jefe, Beatty, hizo en 1953, en medio de mi libro. Se refería a la posibilidad de quemar libros sin cerillas ni fuego. Porque no hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe. Si el baloncesto y el fútbol inundan el mundo a través de la MTV, no se necesitan Beattys que prendan fuego al kerosene o persigan al lector. Si la enseñanza primaria se disuelve y desaparece a través de las grietas y de la ventilación de la clase, ¿quién, después de un tiempo, lo sabrá, o a quién le importará?
. . . 
Pero el Bombero jefe en la mitad de la novela lo explica todo, y predice los anuncios televisivos de un minuto, con tres imágenes por segundo, un bombardeo sin tregua. Escúchenlo, comprendan lo que quiere decir, y entonces vayan a sentarse con su hijo, abran un libro y vuelvan la página.
(Farenheit 451)



Tenían en el planeta Marte, a orillas de un mar seco, una casa de columnas de cristal, y todas las mañanas se podía ver a la señora K mientras comía la fruta dorada que brotaba de las paredes de cristal, o mientras limpiaba la casa con puñados de un polvo magnético que recogía la suciedad y luego se dispersaba en el viento cálido. A la tarde, cuando el mar fósil yacía inmóvil y tibio, y las viñas se erguían tiesamente en los patios, y en el distante y recogido pueblito marciano nadie salía a la calle, se podía ver al señor K en su cuarto, que leía un libro de metal con jeroglíficos en relieve, sobre los que pasaba suavemente la mano como quien toca el arpa. Y del libro, al contacto de los dedos, surgía un canto, una voz antigua y suave que hablaba del tiempo en que el mar bañaba las costas con vapores rojos y los hombres lanzaban al combate nubes de insectos metálicos y arañas eléctricas.
(Crónicas Marcianas)





El anuncio que había en la pared parecía temblar bajo una deslizante película de agua caliente. Eckels notó que sus pestañas parpadeaban, y el anuncio brilló en aquella momentánea obscuridad:
SAFARI EN EL TIEMPO S. A.
A Eckels se le formó una flema en la garganta. Tragó saliva empujando hacia abajo la flema. Los músculos alrededor de la boca dibujaron una sonrisa mientras que lentamente alzaba su mano, con la que agitaba un cheque por valor de diez mil dólares ante el hombre situado al otro lado del escritorio.

SAFARIS A CUALQUIER AÑO DEL PASADO
USTED ELIGE EL ANIMAL
NOSOTROS LE LLEVAMOS ALLÍ
USTED LO MATA

–¿Este safari garantiza que yo regrese vivo?
–No garantizamos nada –dijo el oficial–, excepto los dinosaurios –se volvió–. Éste es el señor Travis, su guía para el safari en el pasado. Él le dirá a qué debe disparar y en qué momento. Si usted desobedece sus instrucciones, hay una multa de otros diez mil dólares, además de una posible sanción por parte del gobierno, a la vuelta.
(El ruido de un trueno)



-¿La forma de un cerdo?-preguntó el mandarín-. -La forma de un cerdo-respondió el mensajero y partió-. -Oh, que mal día en un mal año-exclamó el mandarín-, cuando yo era niño la ciudad de Kwan-Si, del otro lado de la montaña, era muy pequeña. Pero ahora ha crecido tanto que le pondrán una muralla. -Pero, ¿Por qué una muralla a tres kilómetros de distancia enoja y entristece a mi buen padre?-preguntó serenamente la hija del mandarín-. -Esa muralla-dijo el mandarín-¡Tiene la forma de un cerdo! ¿No entiendes?, la muralla de nuestra ciudad tiene forma de una naranja. ¡El cerdo nos devorará velozmente! -Ah. El mandarín y su hija se quedaron pensando.
(Dorada cometa, el plateado viento)