De pronto se me ocurrió buscar a las mujeres, qué, en la
historieta, se mueven en la jungla como en su casa, combatiendo a las tribus
salvajes, a los esclavistas, a los cazadores, a los inescrupulosos buscadores
de tesoros, en fin, a cualquiera que amenazara la normal vida selvática.
Resultó ser una tarea algo larga pero sin embargo interesante, porque nos
revela que es mucho más que un desfile de personajes femeninos en traje mínimo.
Estas mujeres, muchas conocidas y otras que estoy rescatando del olvido, han
sido protagonistas de historietas desde mediados del siglo XX, y en ellas se entrecruzan
temas de aventura, género, censura y exotismo.
Todas estas heroínas tienen algo en común: son hermosas,aguerridas y están brevemente vestidas. En los cómics, como en muchos otros
productos culturales de la época, el cuerpo femenino se convirtió en un
elemento central de atracción visual. No importa si la historia transcurre en
la selva tropical, en un desierto abrasador o incluso en una tundra helada: las
heroínas usan poca ropa. ¿Por qué? Simplemente porque es lo que vendía y sigue
vendiendo. El cuerpo femenino se volvió un recurso de mercado, una fórmula
segura para captar la atención del lector masculino adolescente, principal
público objetivo de estas publicaciones.
Las mujeres de la jungla tienen diferente origen, son
reinas, princesas, diosas e incluso hay una emperatriz; otras son simplemente
“girls”, muchachas que, por accidente o por destino, terminaron en el corazón
del mundo salvaje. Las causas son diversas: pueden ser niñas abandonadas en la
selva, como una especie de versión femenina de Tarzán, o mujeres europeas que
se adaptan a su nuevo entorno y aprenden a sobrevivir con ingenio y coraje.
En
este sentido, muchas de ellas son versiones reinventadas del mito del
"buen salvaje", solo que con una combinación explosiva de belleza y
letalidad.
La relación con los animales también varía según la historia: estos son a veces fieles compañeros (tigres, monos, serpientes), y en otras ocasiones son peligros (tigres, monos, serpientes) que hay que combatir. Pero estas mujeres, con una lanza o cuchillo en mano, siempre parecen capaces de defenderse por sí solas. Son fuertes, decididas y autosuficientes, lo cual las convierte en figuras interesantes dentro de un mundo de ficción tradicionalmente dominado por hombres.
Respecto al atuendo, las variantes son mínimas pero significativas. Algunas usan una sola pieza de piel, otras optan por dos piezas, y unas pocas aparecen con conjuntos algo más elaborados. El material más recurrente es la piel de leopardo o de tigre, lo que refuerza la estética salvaje y sensual. Sin embargo, con el paso del tiempo, y ante la creciente conciencia ecológica y el cuestionamiento del uso de pieles de animales en peligro de extinción, se empezaron a reemplazar por cuero o tela. Aquí entra en juego un cambio cultural importante: el de la representación ética en la ficción. Aunque parezca menor, este detalle refleja cómo incluso la historieta popular reacciona (aunque a veces a regañadientes) ante las presiones sociales.
También la censura tuvo su peso. Un caso especialmente interesante es el de la Pantera Rubia (o Rulah, Jungle Goddess, como se llamó originalmente en Estados Unidos en 1947). Ella usaba en un principio un bikini de piel de leopardo, funcional y coherente con su entorno, pero fue progresivamente vestida con ropa más recatada. A veces exageradamente, "como para una oficina". Esto fue una respuesta a los críticos de la época que acusaban a los cómics de corromper la moral juvenil. El caso de Rulah no fue único: en los años 50, la presión social y política en Estados Unidos llevó a la creación del Comics Code Authority, una especie de organismo de autocensura que regulaba el contenido de los cómics. Bajo su influencia, los personajes femeninos tuvieron que cubrirse más, hablar con más decoro, y evitar mostrar conductas consideradas "impropias". Pero la manera en que los dibujantes vestían a estas heroínas dejaba en evidencia lo ridículo de la censura. ¿Cómo podía una mujer pelear con un tigre o trepar un árbol vestida con falda?
Este cruce entre sensualidad, censura y exageración revela mucho sobre la sociedad de la época. Por un lado, las mujeres de la jungla son una fantasía masculina: bellas, valientes, deseables. Pero por otro lado, también son figuras de poder: ellas luchan, mandan, sobreviven. Aunque el marco en el que existen es limitado por los estereotipos y la sexualización, su sola presencia activa una tensión con los roles tradicionales de género. No eran simplemente damiselas en apuros; al contrario, muchas veces salvaban a los hombres, lideraban tribus o enfrentaban amenazas sobrenaturales.
Así, estas heroínas se abrieron paso como protagonistas por derecho propio, compitiendo con éxito con los famosos personajes masculinos del cómic de aventuras. Aunque en ocasiones podían estar acompañadas por algún aliado masculino, no dependían de él. Eran el centro de la acción, y eso no era poco en un medio que pocas veces permitía ese protagonismo a las mujeres.
Personajes como Sheena, Queen of the Jungle, Nyoka
the Jungle Girl, Camilla, o la mencionada Pantera Rubia,
forman parte de un legado curioso y contradictorio. Fueron creadas bajo las
reglas del mercado y los prejuicios de su tiempo, pero también supieron
desafiar ciertos límites. Su figura sobrevive como símbolo de una época y como
recordatorio de que incluso en las formas más populares de la cultura, como la
historieta, es posible encontrar representaciones complejas, ambivalentes y, en
muchos casos, fascinantes.
Shanna, la diablesa (Shanna O'Hara)
Princesa Phanta (Diana Hunter)
Saari, Diosa de la Jungla
Phara, la Diosa Viviente
Rulah, Diosa de la Jungla (Jane Dodge)
Camilla, Reina del Imperio Perdido
Jungle Lil
Kara, Princesa de la Jungla
Rima, Jungle Girl
No comments:
Post a Comment